Escribir era una tarea muy laboriosa, pero muy semejante a una travesía en barco. Producía por sí sola las energías y esperanzas que requería, y éstas daban de sí para el resto de la vida.
Sten Nadolny
Hace más de tres años que retomé la escritura. Lo hice porque me hacía y me hace sentir vivo, conectado con lo que creo que soy de verdad.
He estado a punto de dejarlo muchas veces, pero en los momentos bajos, cuando la inseguridad estaba a punto de hacerme abandonar, siempre ocurrió algo que me ayudó: un “me gusta” en este blog, un comentario positivo, un amigo que te dice que le ha gustado algún escrito…Y volví a escribir con más motivación si cabe. Y descubrí que Nadolny estaba en lo cierto: escribir es una recompensa en sí misma y genera por sí sola la energía y esperanzas que requiere.
En este tiempo también me han sucedidos cosas positivas: publiqué un álbum ilustrado gracias a la generosidad de muchas personas, gané un concurso de microrrelatos y, el jueves pasado, presenté la novela corta “No se puede atrapar el viento” rodeado de muchos familiares y amigos.

Acto de presentación
Fue un acto muy muy especial para mí y creo que emotivo para todos los presentes.
Me gustaría que ese acto fuera el puerto de partida de la larga travesía de un libro, pero si no fuera así, si en realidad se trataba sólo de una de sus etapas finales, habrá merecido la pena. Gracias por acompañarme el jueves pasado.

Amigos en una presentación
Y muchas gracias a todos por estar ahí.
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