¡Voy a publicar una novela!

El viernes pasado firmé un contrato de edición con la editorial Punto Rojo para publicar mi primera novela corta.

Tal y como os adelanté la semana pasada, la intención es poner la novela a la venta antes de que acabe el año.

Estoy terminando de revisar el texto y en la editorial han comenzado a trabajar en el montaje de la portada. Os iré informando de los avances de todo el proceso de edición y publicación.

Por cierto, tras pensarlo mucho, el título que hemos elegido es «No se puede atrapar el viento». Espero que os guste.

 

 

Acabar proyectos

Hace un par de semanas recibí un enlace al I Premio de Novela Corta Ciudad de Leganés y volví a leer mi manuscrito para presentarlo.

Corregí algunas cosas y lo compartí con algunos amigos lectores críticos. Su opinión me ha animado a terminar este proyecto, pero en lugar de presentar el texto al concurso, me he puesto en contacto con uno de los editores de Punto Rojo.

Le ha gustado el texto así que, si llegamos a un acuerdo, publicarán la novela antes de Navidad.

Los proyectos hay que terminarlos para poder empezar otros. Os iré contando cómo acaba éste. De momento, aquí tenéis las primeras páginas.

 

 

1

       Susanne y Emma Jensen nacieron en Nordby, un pequeño pueblo costero de Fano, una isla de Dinamarca. Un pueblo al norte del norte.

Mellizas, fueron las dos únicas hijas de Mikkel y Helle Jensen.

Susanne y Emma Jensen llegaron al ritmo cadencioso de las olas del Mar del Norte, un arrullo que las acompañaría el resto de sus vidas.

 

2

Emma y Susanne Jensen pasaron la infancia en una casa de madera construida sobre una duna de arena de playa.

La casa tenía una cocina, dos dormitorios, un cuarto de baño y un salón con grandes ventanas desde donde se veía el Mar del Norte.

En las noches de invierno, cuando había tormenta y la marea estaba alta, el mar se acercaba tanto a la casa, que Emma y Susanne Jensen jugaban a imaginar que vivían en un barco.

 

3

En el extremo más luminoso del salón había un piano de cola.

Un Fazioli.

Helle Poulsen era pianista.

Tocaba el piano.

También tocaba el órgano en la iglesia luterana de Nordby. Fue allí donde conoció al que sería su marido: el pastor Mikkel Jensen.

De su vida de soltera, Helle Poulsen solo quiso conservar el piano.

 

4

Susanne y Emma Jensen pasaron la infancia en una casa hecha de madera, mar y música.

 

Como una aguja en un pajar

Recibimos los libros. Mil ejemplares de Y eso era todo repartidos en cajas de cincuenta y dos. Muchas cajas si las tienes que subir a un primero sin ascensor.

Una de las cajas recibidas

Una de las cajas recibidas

La edición es buena; papel ecológico de máxima calidad, pasta dura y guardas de cartón, un libro donde hemos intentado cuidar los detalles al máximo, un libro para regalar.

Las últimas dos semanas las hemos pasado visitando librerías de Sevilla. Y eso era todo tiene buena acogida entre los libreros. La mayoría son personas a quienes les gustan los libros, tienen un trabajo muy vocacional, y es muy curioso hablar con ellos como compañeros del sector.

Han aceptado el libro en depósito en prácticamente todas las librerías donde hemos estado, todas menos las grandes, esas suelen trabajar con distribuidor y nosotros no tenemos. Todavía.

Una vez realizada la entrega de algunos ejemplares, es el librero quien decide cómo los pondrá a la vista en su local. Me ha alegrado mucho localizar un ejemplar de Y eso era todo en el escaparate de la Librería Céfiro, en mi opinión, uno de los mejores escaparates de libros de la ciudad.

Escaparate de la Librería Céfiro

Escaparate de la Librería Céfiro

¿Y ahora qué? Solo queda esperar. Esperar a que alguien visite una de nuestras librerías y descubra Y eso era todo entre cientos (miles) de libros de todo tipo. Si uno lo piensa desde el punto de vista de un pequeño editor, que alguien encuentre tu libro es casi tan difícil como encontrar una aguja en un pajar, pero ¿por qué no?

Mi primera edición

Estoy trabajando en la autoedición de un cuento que escribí hace un año.

Lo escribí, le vi posibilidades y contraté a una ilustradora para que complementara el texto poniéndole color.  Se trata de un álbum ilustrado.

Me gustaría haber comenzado este texto escribiendo “Me van a editar un cuento”, pero no ha sucedido y no creo que suceda a corto plazo. (Están a punto  de cumplirse los dos meses desde que envié dos cuentos a ocho editoriales diferentes sin haber obtenido respuesta.)

¿Qué es lo que me gustaría? Me gustaría recopilar algunos de mis textos, estructurarlos en forma de libro y hacérselos llegar a un editor como el que trabajaba con Raymond Carver. Estoy seguro de que Gordon Lish sabría apreciar los textos, tal y como hacía con los de Carver y pulirlos hasta convertirlos en algo redondo.

¿Por qué la autoedición entonces? Quiero que el cuento, mi cuento, llegue a los lectores y quiero saber si les gusta.

Sin lectores no hay libros.

¿Y no es algo vergonzoso reducir a la autoedición? En parte puede serlo, pero después de descubrir que la autoedición ha sido una práctica habitual de escritores de todos los tiempos, lo es un poco menos. ¿Quién soy yo para avergonzarme si escritores de la talla de Edgar Allan Poe, Walt Whitman y Jorge Luis Borges autoeditaron algunas de sus obras?

Henry David Thoureau cuenta en su diario como tuvo que ir a la estación de correos a recoger 706 copias que le sobraron de una edición de 1.000 que había encargado cuatro años antes. De los doscientos noventa y cuatro ejemplares restantes, había regalado setenta y cinco y vendido los demás. Cuenta con sarcasmo que se había encontrado en su casa con una biblioteca de novecientos volúmenes, de los que más de setecientos, habían sido escritos por él.

¿Y si me pasa lo mismo que a Thoureau? ¿Y si llega el día en que tengo que meter en casa un número de libros similar? Si llega ese día, solo espero reaccionar como él lo hizo:

Sin embargo, a pesar de este resultado, sentado junto a la masa inerte de mis obras, tomo el lápiz esta noche y anoto el pensamiento o la experiencia que haya podido tener, con tanta satisfacción como siempre.

En el fondo, ¿no se trata de eso?

¿Qué pasó con el pez que caminaba por la orilla?

Caminando por la orilla el pájaro soñó que era un pez. Cuando llegó la ola, voló.

Escribí el micro cuento anterior hace un año tal y como conté en Historia. Durante un tiempo estuve bastante orgulloso de mi creación; un texto simple pero cargado de significado, muy visual. Solía referirme a él como la obra cumbre de la literatura infantil

Fue mi cuñada Mariluz quien me hizo cambiar de opinión:

–  No está mal. ¿Cómo continúa?

– ¿Cómo continúa? No continúa. Es así.

– Ah.

¿Cómo continuaba? Le estuve dando vueltas durante unos días y finalmente, un sábado por la mañana, conseguí escribir las diez frases que completaron la historia del pájaro que caminaba por la orilla y soñó que era un pez.

Pensé que con unas buenas ilustraciones podría quedar bastante bien y se lo comenté a Celia Ruiz. Celia no había hecho nada parecido, pero decidió intentarlo e hizo unos bocetos con los protagonistas de la historia.

Boceto cuento

Uno de los primeros bocetos de Celia

Celia terminó las ilustraciones y Vanessa, una amiga suya, las maquetó integrándolas con el texto. Hace una semana que encargamos la impresión de diez ejemplares para poder presentarlos en algunas editoriales especializadas.

Personalmente creo que ha quedado muy bien. ¿Qué os parece? (Disculpad la mala calidad de las fotografías. Podéis hacer clic sobre ellas para ampliarlas.)

Portada

Portada

Interior

Interior

Ps. Si alguna vez os encontráis con este libro en alguna librería, no dudéis en comprarlo. Os aseguro que no os defraudará.